Oración al Arcángel San Miguel Protección contra las envidias
Oración al Arcángel. Tú, Arcángel San Miguel, Espada de la Luz Divina: escucha mi súplica en esta hora de necesidad. Con tu radiante presencia, protege mi ser de las sombras de la envidia y las lenguas venenosas que buscan turbar mi paz interior.
Oh guardián de la verdad y la justicia, despliega tus alas poderosas sobre mí y hazme invulnerable a las artimañas de aquellos que envidian mi camino. Con tu espada ardiente, corta los lazos de la malicia y la codicia que intentan atar mi alma a la oscuridad.
En la morada de lo celestial, bajo el resplandor del Altísimo, imploro tu auxilio, Arcángel San Miguel. Que tu luz celestial disipe toda sombra de duda y temor, y que tu escudo protector me defienda de las flechas envenenadas que buscan herir mi espíritu.
Con tu guía divina, oh Arcángel invencible, dirige mis pasos por el sendero de la verdad y la bondad. Con tu fuerza sobrenatural, concédeme la valentía necesaria para enfrentar cualquier adversidad y superar cualquier obstáculo que se interponga en mi camino.
En la presencia del Todopoderoso, te ruego, oh San Miguel, que vigiles mis días y mis noches, y que me envuelvas con tu manto de protección y amor infinito. Que la armonía y la paz reinen en mi vida, y que la envidia y las malas lenguas se disuelvan ante tu poderosa intercesión.
Gracias, oh, Arcángel San Miguel, por tu constante vigilancia y tu amor incondicional. Confío en tu divina protección y me entrego a tu cuidado amoroso, sabiendo que siempre estarás a mi lado, guiándome hacia la luz eterna.
Amén.
San Miguel
San Miguel ocupa un lugar importante en la tradición cristiana y también es reconocido en otras religiones como un arcángel de gran relevancia. Es uno de los principales arcángeles mencionados en varias tradiciones religiosas, como el cristianismo, el judaísmo y el islam. Su nombre, «¿Quién como Dios?», refleja su papel como defensor de la divinidad y el orden celestial.
En la tradición cristiana, se le considera el líder de los ejércitos celestiales y el ángel más poderoso de Dios. Se le asignan diversas funciones, como la protección de la Iglesia, la defensa de los fieles contra el mal y el juicio de las almas. Comúnmente, se lo representa como un guerrero celestial, empuñando una espada y venciendo al demonio.
San Miguel aparece en varias escrituras cristianas, como el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el Libro de Daniel del Antiguo Testamento, lo describen como un «príncipe» que protege al pueblo de Israel. En el Nuevo Testamento, específicamente en el Libro del Apocalipsis, se le representa liderando la batalla celestial contra Satanás y sus seguidores.
Ahora, en la tradición judía, San Miguel es considerado uno de los protectores del pueblo de Israel y un ángel de justicia divina. En el islam, se le conoce como Mikail, uno de los cuatro arcángeles principales, encargado de proporcionar sustento y mantener el orden en el universo.
La festividad de San Miguel se celebra el 29 de septiembre en la Iglesia Católica y en muchas otras denominaciones cristianas. Durante esta celebración, se honra su papel como protector y defensor de la fe. San Miguel recibe veneración de millones de personas en todo el mundo como un intercesor poderoso y un símbolo de la lucha contra el mal.